El latido del corazón nunca para, no tiene descanso, nunca tapa ninguna herida, nunca rompe nada, nunca traspasa barreras, porque es único, un mundo aparte, otro universo. No pierde el tiempo en las menudeces de esta vida, tiene cosas más importantes, latir, latir y latir, transmitir y compartir. No tiene tiempo para sustituir las incoherencias de la mente, los miedos o falsedades. Late, late y late a la misma sintonia que el universo, que el creador de su energía.
Cógete el pulso por unos instantes, escúchalo, te habla, te da la mano y quiere llevarte al verdadero y único mundo, el de la verdad, realidad, felicidad.
Es tan sencillo, lo tienes delante, es la razón de tu existir, tu verdad, tu compasión, la puerta al cielo, a aquello que la humanidad ha buscado desde el principio,el origen del todo.
No hay más, ¿Te parece poco?