Ven conmigo, ¿no me ves?, no mires a tu alrededor, no te estás volviendo loc@. Cierra los ojos, comienza a respirar tranquilamente, confia en ti. No te asustes, cojo tu mano derecha, y acaricio tu rostro.
Hij@ mi@, no temas, soy Jesús, estoy a tu lado. ¿cuántas veces he secado tus lágrimas sin tu saberlo? ¿cuantas veces te he hablado y no me has escuchado? ¿cuantas veces has deseado la muerte y yo lo he sufrido contigo? ¿Cuantas veces has escuchado mi voz a través de tu corazón sin saber que era yo?. Te pido perdón por hacerte creer que estás sol@, perdón por no saber hacerte ver la verdad de una forma más fácil. Perdón por sentirte como un niñ@ perdido entre la multitud sin saber donde ir y que nadie te guiara el camino de vuelta a casa.
Hij@ te ofrezco la eternidad, ha llegado el momento de partir, ha llegado el momento de dejar el sufrimiento e incomprensión atrás. Te ofrezco dormir en el regazo del Padre.
Ha llegado el momento de no buscar sentido al juicio, al dolor, sufrimiento, deseo, y todo aquello que ha empujado a dudar de mi existencia y por lo tanto de la tuya.
Madre me dijo un dia: «Tus hijos te quieren desde el fondo de su corazón, no lo dudes. Todos formamos parte del Padre, todos sin saberlo queremos los abrazos de nuestro progenitor, eso nunca se olvida, ese sentir la eternidad siempre nos lo recordará.»
Sus palabras y caricias me enseñaron la gratitud de la vida, a no mirar atrás, a abrazar todo lo que sucede en el ahora y a agradecer la existencia.
Madre me decia: ¿Jesús qué haces? y yo respondía: «Madre intentando saber el por qué del comportamiento de estos pajarillos, de aquellas personas y el por qué del movimiento de las nubes».
Madre me contestó: «Jesús, todo lo que tengas que saber nunca lo sabrás desde el querer saber, lo sentirás desde tu corazón, como todo se mueve al compás del amor y todo sucede para el bien de todos. Nunca dudes del amor eterno y hacia donde nos quiere llevar el Padre. Jesús entra en el corazón de la vida y te llevará al conocimiento del ser.»
Hijo, con esto quiero decirte que nunca has estado sol@, desde el amor te he estado observando, aceptando y respetando todo aquello que hacías o decías. ¿Quién soy yo para sacarte de tu aprendizaje? ¿Quién soy yo para intervenir en el proceso de evolución que tu has escogido?.
Te miro a los ojos y veo la pureza de un niñ@, la alegría y paz. No te preocupes si no entiendes qué está pasando, el por qué de todo esto. Entrelaza tu mano con la mía y deja que te lleve al amanecer del amor, del despertar. Allí nos espera la verdad, el amor y el ser.
Hijos os llamo a todos, realizar estos pasos si lo sentís desde vuestro corazón: Cerrad los ojos, respirad profundamente visualizando que la energía de la vida entra por todo vuestro cuerpo físico a través de la respiración. Visualiza como todo vuestro alrededor se pone de color blanco, como vuestras vestimentas también. Si lo sentís decid: » ¡Jesús, quiero coger tu mano!». Al instante me verás acercándome a tí hasta llegar a tu lado. Vas a sentir emociones difíciles de explicar para tu ego. Visualiza como te cojo la mano, nos miramos sonriendo y comenzamos a caminar juntos hasta el nuevo amanecer.
Os quiero
Jesús.